MANIFIESTO
DE LOS TRES SÍES
Ya sólo por inconfesables razones, cerriles
prejuicios y/o por falta del suficiente conocimiento (culpable o no) se puede
aún rechazar la relevancia de lo que se está construyendo desde hace décadas en
el templo de la Sagrada Familia, en Barcelona. Cuando hasta antiguos
detractores, por tener una mente abierta, han entendido que estaban
equivocados.
Sirva de botón de muestra lo que escribió
el mismísimo Óscar Tusquets en El País
(4 de enero de 2011), titulando su artículo nada menos que con “¿Cómo pudimos equivocarnos tanto?”:
“TRIBUNA: REGRESO A LA
SAGRADA FAMILIA... Y 'MEA CULPA' OSCAR TUSQUETS BLANCA
¿Cómo pudimos equivocarnos tanto?
A principio de
los sesenta, aún en la universidad, fui uno de los instigadores de un manifiesto
abiertamente contrario a la continuación del templo de la Sagrada Familia que contó
con el apoyo incondicional de toda la intelligentsia
de la época, de Bruno Zevi a Julio Carlo Argan, de Alvar Aalto a Le Corbusier. Aunque
tras su publicación la reacción fue contundente y las obras en vez de detenerse
cobraron nuevos bríos, continuamos convencidos de que constituían un error
monumental.
Ahora, tras la
consagración papal del templo, me he replanteado la cuestión. Mis dudas comenzaron
cuando veía levantar la majestuosa nave central. Mi rechazo se tambaleó algo más
cuando Alfons Soldevila -excelente arquitecto de avanzado lenguaje tecnológico-
me aseguró que si conociese profundamente la obra cambiaría de opinión, que era
el edificio más importante del siglo XX y que estaba dispuesto a demostrármelo.
Invitación que he aceptado para escribir estas líneas con conocimiento de
causa. He visitado el templo de abajo a arriba (más de 60 metros de altura) con
Alfons y Josep Gómez Serrano -uno de los arquitectos directores de su
estructura- y he quedado anonadado.
(...)
Pero vayamos a
lo fundamental: la objeción de más peso contra la continuación del Templo siempre
ha sido que no sabíamos cómo lo habría hecho Gaudí, un arquitecto que improvisaba
en obra, que sus planos y maquetas habían sido destruidos al inicio de la Guerra
Civil, y que cualquier interpretación constituiría inevitablemente una traición
al artista. Esto es una verdad a medias. Gaudí dibujó e hizo maquetas de tres
proyectos sucesivos al inicio de la construcción. El primero, al que
corresponde la Fachada del Nacimiento y su cubista cara interior, es aún
respetuoso con el lenguaje gótico. El segundo es mucho más orgánico. El tercero
es absolutamente original, innovador, deslumbrante. De este tercer proyecto,
que él consideraba definitivo aunque no lo pudiese ver completado en vida, hizo
una maqueta a escala 1/10 por cuyo interior podías pasear. Es cierto que esta maqueta
fue hecha añicos, pero existen excelentes fotografías y ha podido reproducirse
con muchísima precisión. La fidelidad de esta reconstrucción se ha visto
favorecida porque, a pesar de su apariencia aleatoria, esta obra se basa en
estrictas geometrías. Parece ser que Gaudí, escarmentado por los problemas que
había tenido en la fachada de La Pedrera, decidió recurrir a una rigurosa
estructura geométrica en el Templo. Son geometrías complejas -paraboloides
hiperbólicos, hiperboloides, polígonos regulares que giran en espiral en ambos
sentidos formando los fustes de las columnas...- pero que, una vez definidas,
no aceptan interpretaciones, se pueden reconstruir a escala 1/10 o diez veces mayores.
Esto es lo que se ha hecho en la nave hoy prácticamente acabada. Si la
arquitectura es ante todo espacio y luz, el interior de este templo es Arquitectura
en mayúscula, emocionante y grandiosa Arquitectura frente a la cual las
excentricidades de hoy parecen verdaderos juegos de niños.
Volvamos al
origen. ¿Cómo pudimos equivocarnos tanto? Si hace 50 años se nos hubiese hecho
caso, esta maravilla no existiría. Habría permanecido como una ruina o la
hubiera terminado un arquitecto de moda en aquellos años ¿Cuánta gente la
visitaría? Este templo no ha tenido nunca apoyo económico de las instituciones,
vive de los donativos de los que la visitan, más de dos millones al año, más de
25 millones de euros. Se está financiando como una catedral medieval. De esta
forma se terminará, no sé si la mejor obra del pasado siglo... pero sí el mejor
edificio religioso de los últimos tres.”
Por cuestiones más bien ideológicas (y lo
relacionado con Gaudí siempre lo es), a veces alguno o alguna (demasiadas veces
ya los mismos), se lanzan a escribir manifiestos y recoger firmas (quizá algo
alocadamente). Estas suelen ser de amigos y allegados que -por confianza- puede
que no hayan profundizado en la falta de objetividad de lo manifestado. Ante
tales desaguisados se presenta a su vez este también “manifiesto”:
MANIFIESTO
DE LOS TRES SÍES
1.
Si algo se les puede achacar a los que trabajan en la Sagrada Familia,
justamente, es su extrema lealtad y exquisito seguimiento del legado
gaudiniano, cuando además su “última voluntad” fue que se siguiese la obra
hasta su conclusión.
2.
Si los que participan en las recurrentes recogidas de firmas mirasen de verdad
y a fondo qué, cómo y porqué se están haciendo las cosas en la Sagrada Familia,
verían la rigurosa investigación que hay detrás de cada decisión.
3.
Si encontrarse de vez en cuando con un arquitecto que diluye su propio ego en beneficio de algo o alguien
superior es un “gustazo”, los que han llevado y llevan las obras de la Sagrada
Familia son en esto campeones indiscutibles.
De todo ello soy testigo
directo.
Prof.
DDr. Alberto T. Estévez
Catedrático de Arquitectura (ESARQ-UIC)
Doctor en Ciencias (Arquitectura, UPC)
Doctor en Letras (Historia del Arte, UB)
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