sábado, 11 de enero de 2014

- Más sobre la Sagrada Familia de Gaudí...


MANIFIESTO DE LOS TRES SÍES

Ya sólo por inconfesables razones, cerriles prejuicios y/o por falta del suficiente conocimiento (culpable o no) se puede aún rechazar la relevancia de lo que se está construyendo desde hace décadas en el templo de la Sagrada Familia, en Barcelona. Cuando hasta antiguos detractores, por tener una mente abierta, han entendido que estaban equivocados.

Sirva de botón de muestra lo que escribió el mismísimo Óscar Tusquets en El País (4 de enero de 2011), titulando su artículo nada menos que con “¿Cómo pudimos equivocarnos tanto?”:

TRIBUNA: REGRESO A LA SAGRADA FAMILIA... Y 'MEA CULPA' OSCAR TUSQUETS BLANCA

¿Cómo pudimos equivocarnos tanto?

A principio de los sesenta, aún en la universidad, fui uno de los instigadores de un manifiesto abiertamente contrario a la continuación del templo de la Sagrada Familia que contó con el apoyo incondicional de toda la intelligentsia de la época, de Bruno Zevi a Julio Carlo Argan, de Alvar Aalto a Le Corbusier. Aunque tras su publicación la reacción fue contundente y las obras en vez de detenerse cobraron nuevos bríos, continuamos convencidos de que constituían un error monumental.

Ahora, tras la consagración papal del templo, me he replanteado la cuestión. Mis dudas comenzaron cuando veía levantar la majestuosa nave central. Mi rechazo se tambaleó algo más cuando Alfons Soldevila -excelente arquitecto de avanzado lenguaje tecnológico- me aseguró que si conociese profundamente la obra cambiaría de opinión, que era el edificio más importante del siglo XX y que estaba dispuesto a demostrármelo. Invitación que he aceptado para escribir estas líneas con conocimiento de causa. He visitado el templo de abajo a arriba (más de 60 metros de altura) con Alfons y Josep Gómez Serrano -uno de los arquitectos directores de su estructura- y he quedado anonadado.

(...)

Pero vayamos a lo fundamental: la objeción de más peso contra la continuación del Templo siempre ha sido que no sabíamos cómo lo habría hecho Gaudí, un arquitecto que improvisaba en obra, que sus planos y maquetas habían sido destruidos al inicio de la Guerra Civil, y que cualquier interpretación constituiría inevitablemente una traición al artista. Esto es una verdad a medias. Gaudí dibujó e hizo maquetas de tres proyectos sucesivos al inicio de la construcción. El primero, al que corresponde la Fachada del Nacimiento y su cubista cara interior, es aún respetuoso con el lenguaje gótico. El segundo es mucho más orgánico. El tercero es absolutamente original, innovador, deslumbrante. De este tercer proyecto, que él consideraba definitivo aunque no lo pudiese ver completado en vida, hizo una maqueta a escala 1/10 por cuyo interior podías pasear. Es cierto que esta maqueta fue hecha añicos, pero existen excelentes fotografías y ha podido reproducirse con muchísima precisión. La fidelidad de esta reconstrucción se ha visto favorecida porque, a pesar de su apariencia aleatoria, esta obra se basa en estrictas geometrías. Parece ser que Gaudí, escarmentado por los problemas que había tenido en la fachada de La Pedrera, decidió recurrir a una rigurosa estructura geométrica en el Templo. Son geometrías complejas -paraboloides hiperbólicos, hiperboloides, polígonos regulares que giran en espiral en ambos sentidos formando los fustes de las columnas...- pero que, una vez definidas, no aceptan interpretaciones, se pueden reconstruir a escala 1/10 o diez veces mayores. Esto es lo que se ha hecho en la nave hoy prácticamente acabada. Si la arquitectura es ante todo espacio y luz, el interior de este templo es Arquitectura en mayúscula, emocionante y grandiosa Arquitectura frente a la cual las excentricidades de hoy parecen verdaderos juegos de niños.

Volvamos al origen. ¿Cómo pudimos equivocarnos tanto? Si hace 50 años se nos hubiese hecho caso, esta maravilla no existiría. Habría permanecido como una ruina o la hubiera terminado un arquitecto de moda en aquellos años ¿Cuánta gente la visitaría? Este templo no ha tenido nunca apoyo económico de las instituciones, vive de los donativos de los que la visitan, más de dos millones al año, más de 25 millones de euros. Se está financiando como una catedral medieval. De esta forma se terminará, no sé si la mejor obra del pasado siglo... pero sí el mejor edificio religioso de los últimos tres.”

Por cuestiones más bien ideológicas (y lo relacionado con Gaudí siempre lo es), a veces alguno o alguna (demasiadas veces ya los mismos), se lanzan a escribir manifiestos y recoger firmas (quizá algo alocadamente). Estas suelen ser de amigos y allegados que -por confianza- puede que no hayan profundizado en la falta de objetividad de lo manifestado. Ante tales desaguisados se presenta a su vez este también “manifiesto”:

MANIFIESTO DE LOS TRES SÍES

1. Si algo se les puede achacar a los que trabajan en la Sagrada Familia, justamente, es su extrema lealtad y exquisito seguimiento del legado gaudiniano, cuando además su “última voluntad” fue que se siguiese la obra hasta su conclusión.

2. Si los que participan en las recurrentes recogidas de firmas mirasen de verdad y a fondo qué, cómo y porqué se están haciendo las cosas en la Sagrada Familia, verían la rigurosa investigación que hay detrás de cada decisión.

3. Si encontrarse de vez en cuando con un arquitecto que diluye su propio ego en beneficio de algo o alguien superior es un “gustazo”, los que han llevado y llevan las obras de la Sagrada Familia son en esto campeones indiscutibles.

De todo ello soy testigo directo.

Prof. DDr. Alberto T. Estévez
Catedrático de Arquitectura (ESARQ-UIC)
Doctor en Ciencias (Arquitectura, UPC)
Doctor en Letras (Historia del Arte, UB)

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