Hans
Hollein ha muerto, y rápida se ha propagado por prensa y redes la noticia, en
este mundo del descerebrado copy/paste,
celebrando sus obras de mayor tamaño, e ignorando que lo que pensó y dibujó más
pequeño fue precisamente lo más relevante para la historia de la arquitectura.
Justo
hará 30 años que me recibió por primera vez en Viena, tras 9 meses de
implacable persecución, en que conseguí por fin derribar el muro de su
infranqueable secretaria. Esta concluyó espetándome un seco “Sie sind so lästig, Herr Estévez, ich möchte
Sie nicht wieder sehen”: exquisito reflejo del famoso carácter y (mal)humor
que se gastaba su jefe. Sin embargo, apenas 7 años después se convirtió en un
reconocido “wiedersehen”, al
transmitirme como Hans Hollein decía que mi tesis doctoral era lo mejor que se
había hecho sobre su obra. Claro que esto acabó propiciando que me contratase
como profesor en su aula vienesa, ya deconstructivista, exactamente donde hoy
enseñan las estrellas de la arquitectura digital, Zaha Hadid, Greg Lynn, Hani
Rashid.
Ahora
son las palabras “Alles ist Architektur” que le dieron fama los titulares más
copiados de un medio al otro. Me lo imagino con su especial sonrisa, divertido,
al ver como hasta después de muerto ha llegado a silenciar que fue Le Corbusier
el que publicó decenios antes “Tout est architecture”, pues pocos han leído la
página 114 de “Al margen: escritos de arquitectura”. Por mi parte, sigo
inaugurando los cursos académicos con ese lema escrito en mi camiseta, elegida
para cada primer día como el mejor comienzo.
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